jueves, 28 de julio de 2011

COLUMNA DE DEBATE: La Residencia

El abordaje de la formación de los profesionales de las ciencias médicas,  requiere de  una perspectiva de análisis sociológica exhaustiva, que nos permita una comprensión integral de la actividad. De hecho para escribir este artículo debí recurrir a bibliografía especializada y publicaciones médicas para poder focalizar un objeto concreto de estudio: la capacitación de los recursos humanos.
Para comenzar a desarrollar el tema, es importante poner sobre la mesa todos los supuestos de peso epistemológicos que de una u otra manera van a conducir nuestro análisis, para no desviar la mirada científica. En este caso nuestro enfoque va a tener como premisa rectora las características funcionales de la educación.
La idea de esta columna es, como sintetiza su título, poner sobre la mesa un tema de interés colectivo y abrirlo  al debate. Y para ello es primordial precisar de antemano que la idea de EDUCACIÓN que trabajaremos, gravitará sobre el concepto de reproducción, entendiendo a ésta no sólo como el medio por el cual se transmite el  conocimiento científico y profesional, sino también como re-productora de los valores éticos, morales y actitudinales de esta actividad humana.
Una vez planteadas las reglas de juego, y con la finalidad de trazar una mirada amplia  que propicie el debate, vamos a tratar un tema clave y sensiblemente conflictivo: La Residencia como entidad formadora de los recursos humanos.

 ¿QUÉ ES LA RESIDENCIA?
Para ir directamente al punto neurálgico de este tema, voy a tomar dos definiciones sobre la residencia que sintetizan desde una visión funcionalista, cualquier axioma.
La primera, esbozada por el Dr. Roque Benentano dice:”la residencia médica hospitalaria constituye un sistema educacional, destinado a completar la formación de las escuelas médicas, de manera que el egresado alcance la capacitación y responsabilidad necesarias para desempeñarse con independencia, alto nivel ético y profesional y conciencia sanitaria en las distintas especialidades médicas” .
Otra visión, igualmente funcionalista, es la que presenta el Dr. Mario Brea quien sostiene que la residencia es: “un método que consiste en adjudicarles
responsabilidades crecientes, en el estudio y atención de los enfermos, debidamente controlados y dirigidos por personal idóneo con vocación para la enseñanza, como la forma natural y ordinaria”, y agrega “la finalidad básica de la residencia es educacional, secundariamente reditúa en beneficio directo sobre la atención hospitalaria y la organización sanitaria”.
Ahora bien, si no fuese que la primera definición data del año 1973 y la segunda acaba de cumplir cincuenta años, no hubiese tenido suficientes argumentos para escribir sobre las residencias, que como vemos,  es un tema de larga data, que nunca ha dejado de ser foco de críticas, estudio y apasionados debates sobre su desarrollo y funcionamiento.
De esta forma, si dirigimos una mirada crítica sobre estos conceptos, la primera característica emergente es que la residencia es un “sistema” con una lógica propia, y fines concretos: entrenar, formar y sobre todo orientar la oferta de especialistas ante una demanda asistencial creciente. Y en función de esto se van articulando los procesos de tiempo/trabajo necesarios para la capacitación de ese médico recientemente recibido.
El término RESIDENCIAS tiene su origen en los Estados Unidos, en donde el Profesor Abraham Flexner en el año 1910, adaptando el modelo de educación médica vigente en Alemania, las incorpora formalmente al proceso de formación y reproducción de médicos. Y así, siempre bajo una visión de reciprocidad sistemática, donde el “aprendiz” retribuye los conocimientos aprendidos con su trabajo, va incorporando por la práctica profesional, experiencia y capacidades específicas.
Por todo esto es que, para poder abrir un frente de debate coherente, debemos tener presente estos antecedentes, y sobre todo como se han ido desarrollando las residencias como metodología de instrucción. Si queremos mejorar la capacitación de los futuros médicos, sobre la base del sistema de Residencias, no se puede perder la idea de que ésta debe ser un proceso de desarrollo integral. Y por ello se debe tener pleno conocimiento y mucha información que respalde y fundamente, tanto sobre las necesidades sanitarias existentes, como de los recursos reales para afrontar esta demanda. Mantener estas variables equilibradas es condición sine qua non, para que este proceso  (que no solo reproduce el conocimiento científico, sino también un sin número de hábitos, valores, actitudes, etc) pueda garantizar estándares de calidad en la prestación de los servicios médicos.

Ahora bien, ya planteado el tópico de debate, esperamos que el mismo pueda ser nutrido por la mayor cantidad de opiniones posibles. Entendemos que la participación es la mejor manera de construir consenso y sumar voluntades para seguir construyendo la Asociación que anhelamos.
Con este número invitamos a la comunidad anestesiológica a participar y a sumar ideas, conocimiento, experiencias, etc. Este proyecto depende de TODOS. 

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